Este es el Prólogo escrito para el libro donde explico las distintas vertientes convergentes en él, los motivos de la investigación y los temas a desarrollar.
Prólogo
del Autor
Este libro es el resultado de varios
afluentes confluyendo en su realización. La primera de estas vertientes fue una
de las conclusiones teóricas de mi primer libro “Jung y el Proceso de
Individuación”. En ese libro exploré la crisis de mitad de vida del propio Jung
y como, a través de su propia experiencia, coagula los principales hitos de su
psicología.
El material usado allí había sido, en forma
principal, el capítulo de su autobiografía “Recuerdos, Sueños y Pensamientos”, denominado
el “Análisis del Inconsciente”. Este material fue amplificado con aportes de
discípulos o biógrafos sobre ese período poco documentado de la vida del
psiquiátra suizo. Siguiendo sus enseñanzas acerca del método de amplificación
(por el cual se amplían los significados con material de la simbología y
mitología universal) rellené los huecos faltantes del escueto material con el
simbolismo astrológico, lo cual resultó muy fructífero en la comprensión del
proceso.
De todo el simbolismo onírico y
sincronístico vivenciado por Jung pude concluir que “el proceso corresponde a
la aventura mítica del héroe y su simbolismo solar”[1] y,
por lo tanto, “el proceso de Individuación es una reformulación del primitivo
mito heroico “[2]y solar.
Siendo la Astrología Occidental
de naturaleza solar, el paso siguiente a esta conclusión fue “ como nos muestra
el simbolismo astrológico, todos los seres humanos tenemos el sol-símbolo
en nuestro interior. Todos tenemos la posibilidad de realizar esta tarea
(la de la Individuación ),
de seguir nuestro propio camino heroico (héroe: señor) gobernando nuestras
vidas y haciendo nuestro aporte a nuestros semejantes y a la sociedad, por
pequeño- y no menos importante- que fuera”[3]
La paradoja con la que me encontré luego de
estas conclusiones era que la propia Astrología Occidental no contaba con un
ciclo propio solar para mostrar este proceso. En mi libro había utilizado el
ciclo de Saturno, dada la condición de gobernante de tema de la carta natal de
Jung (Ascendente Capricornio, Saturno en Acuario casa I). Allí había propuesto una analogía alquimista
: el viaje del Yo-Conciencia (Ascendente, Saturno) partiendo del plomo de la
personalidad (Saturno) para alcanzar la integridad del metal noble;: el oro
solar de la Individuación
(Leo, Sol en VII).
Mis propias conclusiones no coincidían en
forma plena con las herramientas utilizadas. Me pregunté si esta falta de un
ciclo solar correspondía con lo
planteado por el sabio suizo acerca de
que el Proceso de Individuación era algo fuera de lo común, un proceso
“contra-natura”, de allí que esta ausencia sea un reflejo de ello.[4]
Parecería una pervivencia de los orígenes astrológicos donde solo se la
utilizaba en los personajes solares (gobernantes, reyes y grandes personalidades),
los únicos protagonistas de la
Historia , como ocurría con los Faraones del Antiguo Egipto,
encarnación del dios Ra, el Sol.
También me pregunté si la Astrología con este
descuido de lo solar, reflejaba la masificación de la sociedad moderna ( de
allí la importancia del ciclo Lunar progresado), tecnológica ( la contracara
colectivizante de Urano) dependiente de la proyección solar en líderes
políticos, religiosos, artísticos, etc.
Pero más allá de la realidad de estos
cuestionamientos siempre hubo individuos que buscaron adentrarse en su interior
e iluminar el cielo estrellado, la “scintillae” alquimista, la negra sustancia
arcana dentro de todo ser humano, cuyo cielo estrellado exterior es un reflejo.
Unos años después , luego de probar varios sistemas encontré una dirección
simbólica, un ciclo solar que parecía reflejar esta eterna búsqueda
trascendente de algunos seres humanos por develar el sentido de su existencia.
Presenté algunos trabajos preliminares en el 2005 y 2008 en diferentes congresos en Argentina y
España.
En el año 2009 surgió, en forma
sincronística, la otra vertiente para poder extender la investigación acerca
del ciclo solar. Los familiares de Jung accedieron a la publicación íntegra del
misterioso “Red Book”, una elaboración y selección del propio Jung de su
incursión en el Mundo Interior y la confrontación con las figuras del
Inconsciente Colectivo.
El material presentado, aunque incompleto,
llenaba bastantes huecos faltantes en los anteriores escritos junguianos acerca
de ese peculiar período. De esta forma, la primer parte de este libro es una
reelaboración de mi primer libro con el objeto de comprobar en forma empírica mi conclusión anterior
acerca de la interrelación del Mito
Solar Heroico, el Proceso de Individuación y ahora sí un Ciclo Solar
sincronístico reflejándolo en el Simbolismo Astrológico.
La segunda parte es la confrontación de la
técnica solar con un Proceso de Individuación fallido, cuya influencia en C.G.
Jung marcó, con su ejemplo, aquello de lo cual debía cuidarse en su incursión
en el Mundo Interior. Se trata del filósofo F. Nietzche. El ciclo Solar me
permitió aventurar una hipótesis coherente acerca de la evolución/involución de
su proceso.
La tercera vertiente de este libro surge en
primer lugar de una pregunta que no pude contestarme acerca de ciertas edades
arquetípicas presentes en los ritos iniciáticos
de las distintas tradiciones culturales y religiosas: los 13 años, los
20, los 40 y los 60 años[5].
Debería incluir los 33 años, pero es la única que justamente la Revolución Solar
de esa edad, sin excepciones, refleja otorgándole su particular importancia
vital (se repite la misma estructura, además del Sol, de casas del nacimiento)
Estas edades tan importantes en el simbolismo
tradicional no hallaban correlatos aplicativos a todos (salvo los 33 años) en
las técnicas cíclicas astrológicas individuales (con las excepciones
mencionadas).
Me pregunté si, dada la importancia de
estas edades, no estarían ligadas de alguna manera mostrándonos hitos del
Proceso de Individuación como lo reflejarían las diferentes tradiciones.
Guiado por un patrón intuitivo primero, y
luego experimental, había elegido el ciclo Solar de 60 años, el cual incluía
los 40 y los 20 , pero quedaban afuera los 13 y los 33 años.
Allí, cerrando la estructura cuaternaria,
confluyó el cuarto afluente. Siguiendo con el patrón arquetípico cuaternario,
el más desconocido y misterioso: el símbolo introducido por G.I- Gurdjieff: el
Eneagrama, la división del círculo en 9 partes. En la obra de uno de sus
discípulos Rodney Collin, “El Desarrollo de la Luz ”, este autor incluía un Eneagrama con los
planetas hasta Neptuno y su utilización en el esquema evolutivo particular de
las escuelas del Cuarto Camino. Este es un opus alquimista “contra natura”
vinculando la evolución con la tradicional “Música de las Esferas” astrológica,
coincidencia significativa, a la llamada
escala u octava lateral del Sol.
La inclusión de este símbolo y las
peculiares enseñanzas de esta “Música de las Esferas” desarrollada por
Gurdjieff, completó el cuadro agregando además otras edades significativas. Por
ello, la tercera parte está dedicada al estudio de la vida del propio Gurdjieff
para intentar demostrar la veracidad de este desarrollo.
En la cuarta ý última parte estarán
incluidas algunas reflexiones teóricas y comparaciones, desde la perspectiva
del Eneagrama, de todos los desarrollos anteriores citados.
Una última recomendación al lector es que
le ponga la misma atención a las notas al pie de página que al texto principal.
Ellas son tan importantes (en algunos casos más aún) como el texto principal.
Sólo se han separado para facilitar la lectura y no abrumar al lector con la
multiplicidad de datos.
[1] Chislovsky A., Jung y el
Proceso de Individuación, Ed Continente, Buenos Aires, 1994, pag. 167
[2] Ibid pag. 168
[3] Ibid. Pag. 168
[4] El uso tradicional de los
cronocratores: Júpiter y Saturno como ciclo para explicarlos diferentes
fenómenos humanos, parecerían reflejar, dada su naturaleza de planetas
sociales, la actividad de la conciencia individual dentro de la Conciencia Colectiva ,
con sus normas, regulaciones y preceptos a seguir. O sea el ser humano en el
desarrollo de la Máscara ,
paso previo al inicio del Proceso de Individuación.
El descubrimiento de Urano en 1781 y su ciclo de 84
años, parecía zanjar esta brecha. La naturaleza solar individuatoria, se
manifestaba a través del opuesto astrológico. Así lo han tomado muchos
astrólogos de la corriente humanista, equiparan la naturaleza de Urano con el
Proceso de Individuación. Pero las características de lo representado por este
planeta no terminan de cuajar con los procesos integrativos de la Individuación. En
un primer momento, la rebeldía contestataria, la ruptura de las formas, la
necesidad de renovación y cambio, y el
impulso a sacudirse el yugo de las presiones de la Conciencia Colectiva ,
coinciden con el inicio de la crisis generadora de la Individuación.
Pero esta fuerza psíquica,de proseguir su acción indefinida,
genera un pronunciado individualismo, una revolución constante impidiendo el
asentamiento y la reestructuración de la nueva personalidad, degenerando en un
libertarismo, aislamiento y en casos extremos en la inflación megalomaníaca
conduciendo a la paranoia con grandes efectos destructivos para sí mismo y su
entorno (Urano mítico encerrando a sus hijos en el Tártaro).
Los otros dos planetas: Neptuno y Plutón sólo pueden
ser tomados en forma tangencial- más allá de la riqueza de su significado- dado
que sus ciclos exceden la vida de un ser humano ( 165 y 256 años
respectivamente).
[5] El Ciclo Júpiter –Saturno
tiene una duración de 20 años, pero su aplicación es propia de los ciclos
colectivos y no individuales, con la excepción de aquel que haya nacido con un
aspecto entre ellos. El mismo se aplicaría a los 40 años extendiéndose a los 60
años, aplicándose la misma excepción. El ciclo de 60 años está representado por
cinco vueltas de Júpiter y con aproximación por el segundo retorno de Saturno.
El ciclo Júpiter –Neptuno abarca 13 años, se aplicaría, más allá de lo general, a las personas que hubiesen
nacido con aspecto entre ellos al igual que con Júpiter-Saturno.
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