Artículo publicado en "Camino del Centro", Ed. Claridad, 1998.
Introducción
La montaña ha sido relacionada -dada su configuración desde los
distintos enfoques tradicionales con el símbolo del centro y de altura. En
cuanto alta, participa del símbolo de la trascendencia; como centro de
hierofanías atmosféricas y de numerosas teofanías participa del símbolo de la manifestación.
Estos aspectos: trascendencia y manifestación,
la colocan como Iugar de encuentro entre el cielo (trascendencia) y la tierra (manifestación).
De allí que se la relacione también con el eje vertical (tierra-cielo)
el símbolo de la escala y el esfuerzo efectuado desde el mundo manifiesto para
trascenderlo, representado por la ascensión.
En la primera parte de este trabajo intentare desarrollar algunos
aspectos del simbolismo y su relación con otros símbolos (ziggurat, agua, etcétera)
y -deducido del lugar de unión del cielo y la tierra- como símbolo de la
"coincidentia oppositorum".
En la segunda parte, me abocare a la evolución del símbolo dentro del
marco del judaísmo, desde sus comienzos hasta el profeta Isaías.
I. La montaña como símbolo del Centro
Eliade(6)
señala 3 conjuntos interrelacionados al referirse al simbolismo del centro 1) En
el centro del mundo se encuentra la "montaña sagrada", allí es donde se
unen el Cielo y la Tierra. 2) Todo
templo o palacio y por extensión, toda ciudad sagrada y toda residencia real
son asimilados a una "montana
sagrada" y promovidos así cada uno de ellos a Ia categoría de
"centro". 3) A su vez, el templo o ciudad sagrada, puesto que es el lugar
por donde pasa el eje del mundo ("axis mundi"), son considerados como
el punto de unión entre el cielo, tierra e infierno.
Algunos ejemplos ilustrarán las agrupaciones
dadas por Eliade:
1) En China, el historiador Pau Ku (siglo I
d.C) nos informa que había en la tierra un cerro central y asilado entre cinco
montes sagrados, cerca de Hunanfu. Su altura es de casi tres mil metros y su
nombre Sung Shan significa "montana del centro", ya que se lo consideraba
el punto central del imperio chino(13).
En Célebes, en Malasia, la montaña centro
del mundo se llama Sunnalu(13). En la India se
encuentra el Monte Meru, todo de oro,
situado en los Himalayas y es el ombligo
del mundo (noción que se repetirá como veremos mas abajo en Israel). El
Bahagabata bata Purana lo especifica con
la palabra nábhyam, locativo de nábhi, ombligo. El Meru es a su vez
centro de Ia tie rra habitada y paraíso celeste. En Laos existe un concepto
parecido, la altísima cumbre Zinnalo
corresponde al Meru de los In
En Persia, los iranios -primos indoeuropeos
de los arios invasores de la India-, tienen como montaña sagrada al Hara berezait, que llaman "ombligo de las aguas" y
"espinazo de la tierra"; está en medio de la tierra y unida al cielo.
En las creencias mesopotámicas una montaña central
reúne el cielo y la tierra, es la “montaña de los países” que une entre sí
todos lo territorios.
En Israel, al monte Gerizim, en Palestina, se lo nombra en la Biblia como "ombligo
de la tierra" (tabbur eres, Jueces IX, 37: "Mira que de gente
desciende de en medio de la tierra...)
La fuente de Jacob cercana a esta montana
no lleva sombra en el momento del solsticio de verano, según una
tradición recogida por Comestor, teólogo
francés del siglo XII ("Hay quien dice
que ese Iugar es el ombligo de la tierra").
El monte Thabor,
en Palestina, escenario de la transfiguración de Cristo (Marcos 9, 2) podría significar
tabbur, es decir ombligo. El
otro monte de gran significaci6n para el cristianismo es el Gólgota (cráneo, arameo) que se hallaba en el centro del mundo, pues
era la cima del montana cósmica. Al mismo tiempo -según una tradici6n
cristiana-, Sem, hijo de Noé, al salir del arca enterró el cráneo de Adán (quien había sido creado allí)
en la colina por ello recibió ese nombre. Cuando Jesus fue crucificado, una
gota de sangre alcanzó el cráneo y lo rescató, lavando el pecado original.
El monte Sinaí,
Iugar de la teofanía más importante del judaísmo, es llamado el "ombligo del
desierto" (Libro de los Jubileos 8, P. 251 apud Roscher, 1913, 26) (13)
Otro acercamiento entre Yahvé y el hombre se
produce en el monte Carmelo. En una gruta el profeta Elías ofrenda un sacrificio a Yahvé, mientras cuatrocientos
cincuenta sacerdotes de Baal ofrecían, a
su vez, un holocausto a su dios. El fuego celeste bajó a consumir las victimas de Elías, en tanto que las ofrecidas a Baal quedaron
intactas (I-Reyes 18,19-40).Con este milagro se produce la reconciliación de
Yahvé con su puelo -luego de tres años de sequía- y una nueva unión entre el
Cielo y la Tierra mediante otro agente: la Lluvia. En este caso es el agua,
símbolo femenino de la redención, la curación de las heridas producidas por los
abrazadores rayos del sol masculinos.
En sentido inverso,
"la tierra de Israel no fue anegada
por el diluvio" reza un
texto rabínico citado por Eliade. Las aguas muestran su aspecto
destructivo, pero también regenerador. Permiten purificar los pecados
absorbiéndolos y permitiendo -dada su condición materno-femenina- el
nacimiento de una humanidad nueva,
regenerada. (6)
Los lugares elevados en contacto
con lo celeste no necesitan la renovación, ya que son puros, de allí la
asociaci6n de la montana con la pureza.
Aunque las femeninas aguas
provengan de Yahvé, esta diferenciación en la tierra de Israel con respecto al
elemento femenino, tiene sutiles implicaciones con el tema que se
intentará desarrollar más abajo: el de
la "coincidentia oppositorum". Lo femenino (oscuro, acuático y terrestre) no puede
llegar al contacto con lo masculino en
esta tradición y su derivada: el
Cristianismo -debido a la incitación al pecado original-.
Tal
vez podría notarse un tratamiento similar en el mito cosmogónico mapuche de Kai Kai y Treng Treng (4).
La experiencia del mal esta asimilada con la ascensión de las aguas producidas
por un pájaro marino, un espíritu malo que dañaba a la gente.
Treng Treng era un monte. Los mapuches ascendieron junto con sus
animales para salvarse de esta irrupción.
Pero Kai Kai insistió haciendo subir
las aguas casi hasta la cima, amenazando con destruir a los
refugiados. Treng Treng subió aún mas
y alcanzó la altura que tiene hoy y se agotó el agua del mar.
En este caso la subida de las
aguas femeninas está asociada a la experiencia del mal y no a la de renovación.
Pero hay un elemento interesante que se destaca del mito anterior (aunque se
conserva la idea de la montaña
sagrada y centro del mundo): las aguas
suben por instigación de un pájaro marino.
En la psicología junguiana, el pájaro
es uno de los símbolos típicos de la
contraparte masculina en la mujer, el animus.
De allí, por ejemplo, que en la
Alquimia haya una imagen donde la Soror
está intentando cazar un pájaro (símbolo de las ideas espirituales, elemento masculino)
a diferencia del alquimista que intenta pescar un pez de las aguas maternas.
Psicológicamente Ia unión de Ia soror con su Animus representa la unión de los opuestos, de allí que el símbolo
del matrimonio sagrado o "hierosgamos", que veremos más adelante,
este vin culado con el símbolo de la montaña.
Pero en este caso el elemento masculino
en lo femenino representado por el pájaro muestra su sesgo negativo. Las ideas
espirituales devienen críticas y competitivas generando la destrucción: El elemento
femenino pierde su cualidad nutriente y contenedora en una sociedad, provocando la separación y
por ende la devastación de esta. Sólo ascendiendo hacia regiones mas puras se
pueden alcanzar los verdaderos
conceptos y principios para regularizar una
sociedad.
Tal vez se podría comparar con el
ascenso de Moisés al Sinaí para recibir
las tablas de la ley, para luego
despejar con ellas la contaminación
recibida en Egipto. (Es interesante notar que la pertenencia a la cultura entre los judíos está dada por vía materna). Egipto es luego comparado
con Rahab (un monstruo marino del caos primitivo) en Is. XXX, 7: "a Egipto, cuyo apoyo es
huero y vano. Por eso he llamado a ese pueblo 'Rahab la cesante'". Luego,
en LI, 9-10, lo compara con el mar y su
triunfo a la manera de las cosmogonías mesopotámicas sobre las aguas
primordiales: "No eres tú el que partió a Rahab, el que atravesó al Dragón?
¿No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó
las honduras del mar en camino para que pasasen los rescatados?"(a)
(a ) La personificación en Egipto de las aguas destructoras está
dada en la figura de Seth; es el mar "en el que el Nilo (Osiris) se
disuelve en su desembocadura y desaparece totalmente" dice Plutarco en
Isis y Osiris (12). En los combates con el hijo de Osiris, Horus, este es
ayudado por su madre Isis para ocupar el vacío dejado por su padre asesinado
por Seth. En una de las fases del combate Isis, mediante un ardid, obliga a
Seth a condenarse a si mismo; en el
momento de pronunciar el juicio lo hace en forma de pájaro gigante. Este es el
motivo inverso en relación al mito cosmogónico mapuche, aquí el Animus colabora
en frenar las aguas caóticas de Seth. El animus está bien integrado a la figura
de Isis, aportándole astucia y prudencia, dando lugar a la integración masculino-femenino
en Ia figura de Ia divinidad, o sea Ia “coincidentia
oppositorum".
Walter Beltz (1) comenta al respecto: "el sino de tener que perder
marido e hijo hace que uno se compenetre fácilmente de sus sentimientos. Yo debí haberme convertido en hombre aunque
fuera mujer". En su doble papel paterno al ser un padre y una madre para Horus, lleva a
Plutarco a identificarla con Ia Tierra y con Ia Luna (en Iside 32 cap.34, él
dice que los griegos habrían comparado a Thetis con ella) "Así colocan
ellos Ia fuerza de Osiris en Ia Luna y demuestran que Isis vivía con él como principio del
Ser. Por eso ellos la llaman Selena a la
madre del mundo y le atribuyen una naturaleza viril (cap. 43).
Aquí hace alusión al cruce del Mar
Rojo, previa al arribo al Sinaí para poder recibir la nueva ley y luego
purificarse “matando al monstruo marino" en las arenas del desierto
durante los cuarenta años de peregrinación, para luego llegar al monte Sión (LI,11).
En sentido inverso lo encontramos
en el sermón de la montaña y el nuevo mandamiento dada por Jesús (Mt pp. 5,1 y
ss.), previa inmersión en las aguas bautismales, restableciendo el equilibrio
con lo femenino "quemado" por los rígidos preceptos de la religión
paterna del desierto.
2) En Mesopotamia, el ziggurat era propiamente una montana cósmica. Era una
imagen simbólica del Cosmos de siete
pisos representando los siete cielos planetarios (Borsippa) o los siete colores del mundo (Ur). La terminología con Ia que se denomina a los templos es clara:
"monte casa" Ia "casa del monte de los países". El de Gudea
era denominado "casa de los siete ámbitos del mundo" y Borssipa "casa de los siete dominadores del cielo y la
tierra".
La palabra sumeria para ziggurat es u-nir que Jastrow -cittado por Eliade- interpreta como
"visible desde lejos".
Barabudur es a su vez una imagen del Cosmos y esta construido a la
manera de una montaña artificial. De la misma forma los reyes indios erigieron
colinas artificiales (merucringas: "cumbres del Meru") que
representaban la montaña sagrada y eran venerados como templos.
También -al igual que los ziggurats- está representado el simbolismo
de ascensión a través del número siete. Esa es la cantidad de esferas elevadas sobre
el Meru o su representación en el templo; la más alta corresponde a Brahma, el
mundo de infinita sabiduría (13)
Eliade señala que por una extensión
de lo sagrado del templo (como monte Centro del mundo) todas las ciudades orientales
se convertían en centros, cimas de la montaña Cósmica. Larsa era llamada
"la casa de la unión entre el cielo y la tierra" y Babilonia
"la casa del fundamento del monte luminoso".
Además, Babilonia era una Bab-llani
una "puerta de los dioses"(b) pues allí fue donde los dioses descendieron a la tierra.
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(b)Guenon (11) señala que esta "puerta de los
dioses" está vinculada con el simbolismo de las puertas solsticiales
relacionadas con el Zodiaco. El solsticio marca el momento del ascenso de la
luz solar luego de llegar a su máxima oscuridad. Este ascenso esta simbolizado
en el Zodíaco por Capricornio, la cabra con cola de pez, partiendo de las aguas
primordiales y llegando a la cima de Ia montana, uniendo lo más alto con lo más
bajo. Pero
esta forma fabulosa corresponde al dios civilizador Enki (Señor (En) de la
Tierra [ki]), quien aporta Ia cultura y es el dios de las aguas dulces, participante
de los rituales de purificación en las
llamadas "casas del bau tismo" o "de lavado". En un himno
al dios, Enki dice de sí:"soy el que decreta el destino junto con Elill en
Ia montaña de la sabiduría" (9). En
otro pasje dice: "Enill la 'Gran Montana' ha pronunciado su nombre excelso en el universo" (9).
Enlil encarna el aspecto soberano, el poder político y dios sometedor de los
hombres. Enki es el dios de la cultura, el benefactor a través de Ia
agricultura, la artesanía y la sabiduría. Juntos forman una coincidentia oppositorum al estilo
Mitra-Varona de la India, mostrando el doble aspecto de Ia divinidad,
ejemplificada en el símbolo de la montana.
De la misma forma los hombres -siguiendo el
simbolismo de la ascensión- podían elevarse a lo alto a través de los siete peldaños
planetarios del ziggurat(c).
En Israel se puede apreciar el
encadenamiento: Dios-Montaña-Ciudad-Templo en el Salmo 48:
Grande es Yahvé y digno de loores
en Ia ciudad de nuestro Dios, su monte santo
de gallarda esbeltez, es la alegría
de Ia tierra
el monte Sión, confín del Norte
Ia ciudad del gran Rey;
Dios, desde sus palacios,
sea revelado como baluarte
(...) Tu amor, oh Dios, evocamos
en medio de tu Templo;
como tu nombre, oh Dios, tu alabanza
hasta los confines de Ia tierra
Es Enlil quien envía el diluvio y es Enki quien previene y
auxilia a Atrajasis para poder salvar a Ia raza humana. Este doble aspecto es
trasladado de la "Gran Montaña", a Ia montana construida por el
hombre, el ziggurat que comunicará además
con las regiones inferiores en donde están las aguas antes de la creación. Este
doble aspecto aún perdurará en nuestros días a a través del simbolismo astrológico: Capricornio va a tener afinidad (por
el principio de correspondencia) con la montaña, el poder político (Enlil) y en
su aspecto superior con Ia Sabiduría y Ia cultura (Enlil). El rey mesopotámico también participaba
de ambas naturalezas, el poder político y el ordenador de Ia cultura mediante los ritos.
Volviendo a "!a puerta
de los dioses" solsticial, Guenon Ia deriva al descenso del principio
superior simbolizado por el Avatara, como asi también a Ia figura de Cristo, dado
que la Navidad, el momento de su encarnaci6n es una "fiesta solsticial.
Pero Ia puerta, además, permite Ia salida de los hombres elevándose mas allá
del tiempo profano al tiempo primordial, es Ia Deva-Yana de la tradición Hindú.
Su relaci6n con las prácticas del yoga las veremos más adelante.
(c) Este ascenso mediante
este simbolismo aparecerá con posterioridad en las religiones mistéricas.
Guenon(11) sugiere, al tratar la
relación entre Ia montaña y la caverna, que el primero corresponde al centro
del mundo en el estado primordial de la humanidad, en el momento de Ia
Satya-Yuga (era de Ia verdad), por lo tanto la montaña era el "Iugar de Ia
verdad", accesible a todos. Luego
-siguiendo Ia idea de Ia degradación de la verdad a través de cuatro períodos
también encontrados en Hesíodo- en el Kali Yuga, la verdad no está sino al alcance
de una minoría selecta y se hizo oculta para Ia mayoría a de los hombres. Se
abandona Ia cúspide para refugiarse en el interior, de allí Ia caverna se transforma
en el Iugar de iniciación, como en el caso de los misterios de Mitra, la escala
se halla en los sietes peldaños –asociados a los planetas- por los que debe
pasar el neófito hasta alcanzar el más alto grado de iniciación.
3) En China, la capital del soberano chino
perfecto se encuentra en el centro del universo, en Ia montaña sagrada, cerca
del árbol milagroso 'bosque alzado" (kien mou); allí se entrecruzan las tres zonas cósmicas:cielo,
tierra y regiones inferiores.
Como Ia capital china, los santuarios de
Nippur, Larsa y Sippar eran el punto de encuentro de las tres regiones cósmicas:
cielo, tierra e infierno y eran llamadas Dur-An-Ki: "Lazo entre el cielo y
la tierra".
Otros nombres de los ziggurat de Babilonia eran "Casa de la base del Cielo y la
Tierra", "Lazo entre el Cielo y Ia Tierra".
Pero además era la puerta de Apsu (apsu:
aguas primordiales antes de la creación), mostrando la relación con las
regiones inferiores.
Guenon (11) sostiene
que toda ciudad antigua reproduce el Zodíaco, con las principales puertas
solsticiales y equinocciales (coincidentes con los puntos cardinales). La
"puerta de Apsu" es Ia
coincidente con el solsticio de verano representado por el Cangrejo (Cáncer,
opuesta a la de Capricornio), regido por la Luna, cuya relación con las aguas
es bien conocida (d)
Eliade señala la misma tradición en
Jerusalem; en Ia Michná se dice que el templo se encuentra sobre las aguas
subterráneas. La roca del templo era la "roca del tehom". Tehom es
equivalente de apsu; Gunkel citado por el Dr. Scharf (12) lo
relaciona con Rahab es "Ia personificación del tehom del caos".
Entre los romanos, el surco que se trazaba
donde había de fundarse un ciudad (mundus) constituía el punto de encuentro
entre las regiones terrestres e inferiores. El templo las aunaba sumándole las
superiores.
(continúa en la 2º parte)
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(d)Este esquema planteado
por Guenon coincide con el mito diluviano; según Ia idea del Año Magno,
cuando los siete planetas se congregaban
en Cáncer se producía un diluvio. Enki (Capricornio) salvaba al hombre y su
cultura. En sentido inverso, cuando los siete se hallaban en Capricornio se
producía Ia ekpirosis, la destrucción por el fuego. La asociación de
Capricornio con las zonas desérticas en su calidad de tierra (elemento) seca
(modalidad) en el sistema astrológico nos puede sugerir el mismo tema del
desequilibrio masculino (fuego)-femenino (agua), planteado más arriba. Esta
asociación se desprende además del
sacerdote babilonio Beroso, quien llamaba a Enki: Oannes, de allí el griego:
Ioannes, latín Johannes, castellano Juan y llegamos a Juan el Bautista, "Ia
voz que clama en el desierto" (Luc. 3, 4;Juan 1, 23; Is 40,3-5) similar a Enki
en su rito bautismal, preparando la llegada del dios solar Cristo
(Capricornio). El Cristianismo tomo este símbolo solsticial con las fiestas de
los dos San Juan, el Bautista correspondiente al verano (Cáncer) y el
evangelista al invierno (Capricornio). Como sugiere Guenon se trata del
simbolismo solar de crecimiento y decrecimiento de lo luminoso y lo oscuro alternado
a Ia manera del Yin-Yang en China,
uniendo los opuestos (el desierto y las aguas en El Bautista), reflejada en
"él conviene que crezca y yo que disminuya". El tema tiene otras
implicaciones.
1 comentario:
Es muy interesante esta entrada, en particular para mí, pues, desde hace unos días, tengo una idea -no sé si original o no- de lo que debíó representar para los antigüos mexicanos, el haber encontrado, para crear su ciudad Meshico-Tenochtitlan, un lugar como el Valle de México, con sus lagos entre cerros, montañas y volcanes (por cierto que he hecho una correlación entre las dos columnas de la masonería con los volcanes Popocatépletl e Iztaccihuatl, el primero representando a un hombre y el segundo a una mujer), y a su vez, más tarde, lo "necesario" que fué para los conquistadores alterar esa condición "mágica" del lugar, provocando la desecación de los lagos que acá existían -yo vivo en los alrededores de la Ciuada de México- que, en un afán de sometimiento de los "naturales", destruyen sus símbolos; por lo que pienso que esa desecación no fué un "accidente" o "descuido", sino más bien un plan más para consolidar su conquista... le saludo desde México, Rodolfo Montalvo.
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