sábado, 19 de octubre de 2013

El Mito Solar, el Eneagrama y el Proceso de Individuación. (última parte)




Este es el Prólogo escrito para el libro donde explico las distintas vertientes convergentes en él, los motivos de la investigación y los temas a desarrollar.



Prólogo del Autor



    Este libro es el resultado de varios afluentes confluyendo en su realización. La primera de estas vertientes fue una de las conclusiones teóricas de mi primer libro “Jung y el Proceso de Individuación”. En ese libro exploré la crisis de mitad de vida del propio Jung y como, a través de su propia experiencia, coagula los principales hitos de su psicología.

    El material usado allí había sido, en forma principal, el capítulo de su autobiografía “Recuerdos, Sueños y Pensamientos”, denominado el “Análisis del Inconsciente”. Este material fue amplificado con aportes de discípulos o biógrafos sobre ese período poco documentado de la vida del psiquiátra suizo. Siguiendo sus enseñanzas acerca del método de amplificación (por el cual se amplían los significados con material de la simbología y mitología universal) rellené los huecos faltantes del escueto material con el simbolismo astrológico, lo cual resultó muy fructífero en la comprensión del proceso.


    De todo el simbolismo onírico y sincronístico vivenciado por Jung pude concluir que “el proceso corresponde a la aventura mítica del héroe y su simbolismo solar”[1] y, por lo tanto, “el proceso de Individuación es una reformulación del primitivo mito heroico “[2]y solar.

    Siendo la Astrología Occidental de naturaleza solar, el paso siguiente a esta conclusión fue “ como nos muestra el simbolismo astrológico, todos los seres humanos tenemos el  sol-símbolo  en nuestro interior. Todos tenemos la posibilidad de realizar esta tarea (la de la Individuación), de seguir nuestro propio camino heroico (héroe: señor) gobernando nuestras vidas y haciendo nuestro aporte a nuestros semejantes y a la sociedad, por pequeño- y no menos importante- que fuera”[3]

    La paradoja con la que me encontré luego de estas conclusiones era que la propia Astrología Occidental no contaba con un ciclo propio solar para mostrar este proceso. En mi libro había utilizado el ciclo de Saturno, dada la condición de gobernante de tema de la carta natal de Jung (Ascendente Capricornio, Saturno en Acuario casa I).  Allí había propuesto una analogía alquimista : el viaje del Yo-Conciencia (Ascendente, Saturno) partiendo del plomo de la personalidad (Saturno) para alcanzar la integridad del metal noble;: el oro solar de la Individuación (Leo, Sol en VII).

    Mis propias conclusiones no coincidían en forma plena con las herramientas utilizadas. Me pregunté si esta falta de un ciclo solar correspondía  con lo planteado por  el sabio suizo acerca de que el Proceso de Individuación era algo fuera de lo común, un proceso “contra-natura”, de allí que esta ausencia sea un reflejo de ello.[4] Parecería una pervivencia de los orígenes astrológicos donde solo se la utilizaba en los personajes solares (gobernantes, reyes y grandes personalidades), los únicos protagonistas de la Historia, como ocurría con los Faraones del Antiguo Egipto, encarnación del dios Ra, el Sol.

    También me pregunté si la Astrología con este descuido de lo solar, reflejaba la masificación de la sociedad moderna ( de allí la importancia del ciclo Lunar progresado), tecnológica ( la contracara colectivizante de Urano) dependiente de la proyección solar en líderes políticos, religiosos, artísticos, etc.

    Pero más allá de la realidad de estos cuestionamientos siempre hubo individuos que buscaron adentrarse en su interior e iluminar el cielo estrellado, la “scintillae” alquimista, la negra sustancia arcana dentro de todo ser humano, cuyo cielo estrellado exterior es un reflejo. Unos años después , luego de probar varios sistemas encontré una dirección simbólica, un ciclo solar que parecía reflejar esta eterna búsqueda trascendente de algunos seres humanos por develar el sentido de su existencia. Presenté algunos trabajos preliminares en el 2005 y 2008  en diferentes congresos en Argentina y España.

    En el año 2009 surgió, en forma sincronística, la otra vertiente para poder extender la investigación acerca del ciclo solar. Los familiares de Jung accedieron a la publicación íntegra del misterioso “Red Book”, una elaboración y selección del propio Jung de su incursión en el Mundo Interior y la confrontación con las figuras del Inconsciente Colectivo.

    El material presentado, aunque incompleto, llenaba bastantes huecos faltantes en los anteriores escritos junguianos acerca de ese peculiar período. De esta forma, la primer parte de este libro es una reelaboración de mi primer libro con el objeto de comprobar  en forma empírica mi conclusión anterior acerca de la interrelación  del Mito Solar Heroico, el Proceso de Individuación y ahora sí un Ciclo Solar sincronístico reflejándolo en el Simbolismo Astrológico.

    La segunda parte es la confrontación de la técnica solar con un Proceso de Individuación fallido, cuya influencia en C.G. Jung marcó, con su ejemplo, aquello de lo cual debía cuidarse en su incursión en el Mundo Interior. Se trata del filósofo F. Nietzche. El ciclo Solar me permitió aventurar una hipótesis coherente acerca de la evolución/involución de su proceso.

    La tercera vertiente de este libro surge en primer lugar de una pregunta que no pude contestarme acerca de ciertas edades arquetípicas presentes en los ritos iniciáticos  de las distintas tradiciones culturales y religiosas: los 13 años, los 20, los 40  y los 60 años[5]. Debería incluir los 33 años, pero es la única que justamente la Revolución Solar de esa edad, sin excepciones, refleja otorgándole su particular importancia vital (se repite la misma estructura, además del Sol, de casas del nacimiento)

    Estas edades tan importantes en el simbolismo tradicional no hallaban correlatos aplicativos a todos (salvo los 33 años) en las técnicas cíclicas astrológicas individuales (con las excepciones mencionadas).

    Me pregunté si, dada la importancia de estas edades, no estarían ligadas de alguna manera mostrándonos hitos del Proceso de Individuación como lo reflejarían las diferentes tradiciones.

    Guiado por un patrón intuitivo primero, y luego experimental, había elegido el ciclo Solar de 60 años, el cual incluía los 40 y los 20 , pero quedaban afuera los 13 y los 33 años.

    Allí, cerrando la estructura cuaternaria, confluyó el cuarto afluente. Siguiendo con el patrón arquetípico cuaternario, el más desconocido y misterioso: el símbolo introducido por G.I- Gurdjieff: el Eneagrama, la división del círculo en 9 partes. En la obra de uno de sus discípulos Rodney Collin, “El Desarrollo de la Luz”, este autor incluía un Eneagrama con los planetas hasta Neptuno y su utilización en el esquema evolutivo particular de las escuelas del Cuarto Camino. Este es un opus alquimista “contra natura” vinculando la evolución con la tradicional “Música de las Esferas” astrológica, coincidencia significativa,  a la llamada escala u octava lateral del Sol.

    La inclusión de este símbolo y las peculiares enseñanzas de esta “Música de las Esferas” desarrollada por Gurdjieff, completó el cuadro agregando además otras edades significativas. Por ello, la tercera parte está dedicada al estudio de la vida del propio Gurdjieff para intentar demostrar la veracidad de este desarrollo.

    En la cuarta ý última parte estarán incluidas algunas reflexiones teóricas y comparaciones, desde la perspectiva del Eneagrama, de todos los desarrollos anteriores citados.

    Una última recomendación al lector es que le ponga la misma atención a las notas al pie de página que al texto principal. Ellas son tan importantes (en algunos casos más aún) como el texto principal. Sólo se han separado para facilitar la lectura y no abrumar al lector con la multiplicidad de datos.


   
  



[1] Chislovsky A., Jung y el Proceso de Individuación, Ed Continente, Buenos Aires, 1994, pag. 167
[2] Ibid pag. 168
[3] Ibid. Pag. 168
[4] El uso tradicional de los cronocratores: Júpiter y Saturno como ciclo para explicarlos diferentes fenómenos humanos, parecerían reflejar, dada su naturaleza de planetas sociales, la actividad de la conciencia individual dentro de la Conciencia Colectiva, con sus normas, regulaciones y preceptos a seguir. O sea el ser humano en el desarrollo de la Máscara, paso previo al inicio del Proceso de Individuación.
El descubrimiento de Urano en 1781 y su ciclo de 84 años, parecía zanjar esta brecha. La naturaleza solar individuatoria, se manifestaba a través del opuesto astrológico. Así lo han tomado muchos astrólogos de la corriente humanista, equiparan la naturaleza de Urano con el Proceso de Individuación. Pero las características de lo representado por este planeta no terminan de cuajar con los procesos integrativos de la Individuación. En un primer momento, la rebeldía contestataria, la ruptura de las formas, la necesidad de renovación y cambio,  y el impulso a sacudirse el yugo de las presiones de la Conciencia Colectiva, coinciden con el inicio de la crisis generadora de la Individuación. Pero esta fuerza psíquica,de proseguir su acción indefinida, genera un pronunciado individualismo, una revolución constante impidiendo el asentamiento y la reestructuración de la nueva personalidad, degenerando en un libertarismo, aislamiento y en casos extremos en la inflación megalomaníaca conduciendo a la paranoia con grandes efectos destructivos para sí mismo y su entorno (Urano mítico encerrando a sus hijos en el Tártaro).
Los otros dos planetas: Neptuno y Plutón sólo pueden ser tomados en forma tangencial- más allá de la riqueza de su significado- dado que sus ciclos exceden la vida de un ser humano ( 165 y 256 años respectivamente).
[5] El Ciclo Júpiter –Saturno tiene una duración de 20 años, pero su aplicación es propia de los ciclos colectivos y no individuales, con la excepción de aquel que haya nacido con un aspecto entre ellos. El mismo se aplicaría a los 40 años extendiéndose a los 60 años, aplicándose la misma excepción. El ciclo de 60 años está representado por cinco vueltas de Júpiter y con aproximación por el segundo retorno de Saturno. El ciclo Júpiter –Neptuno abarca 13 años, se aplicaría, más allá  de lo general, a las personas que hubiesen nacido con aspecto entre ellos al igual que con Júpiter-Saturno.

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